Migraña: causas y factores de riesgo

La migraña es una cefalea (dolor de cabeza) intensa que se produce mayormente en un lado y que viene acompañada de síntomas como sensibilidad a la luz y sonidos. Las molestias ocasionadas por la migraña pueden durar horas y en algunos casos, días.

Esta condición consta de cuatro fases:

1. Fase prodrómica. Puede ocurrir 24 horas antes del dolor de migraña y se presenta con síntomas como fatiga, retención de líquidos, cambios de humor y aumento en la necesidad de orinar.
2. Aura. Muchas de las personas pueden experimentar el aura poco antes o después de la crisis de migraña. Esta es una alteración del sistema nervioso que es reversible y se puede presentar de las siguientes maneras:
   • Visualización de varias formas como puntos brillantes o destellos de luz.
   • Pérdida de la visión.
   • Movimientos involuntarios del cuerpo.
   • Sensaciones de hormigueo en alguna extremidad.
   • Entumecimiento o debilidad en la cara.
   • Dificultad para comunicarse verbalmente.
3. Dolor de cabeza (migraña). El dolor se puede experimentar en un lado de la cabeza, con una sensación de latido, náuseas, vómitos, así como sensibilidad a la luz y sonidos. Esta condición puede prolongarse hasta 72 horas si no se atiende de manera adecuada.
4. Fase postdrómica. Después de una crisis de migraña se puede experimentar una sensación de letargo o fatiga, no obstante, otras personas también pueden sentir euforia.

Algunos factores de riesgo 

Las causas de la migraña no se han determinado, sin embargo, se han asociado factores ambientales y genéticos en los pacientes que presentan esta condición. También, se investigan factores químicos cerebrales que se relacionan a la falta de serotonina o péptido y que pueden tener relación con la presencia de migrañas.

Asimismo, también se reconocen ciertos factores de riesgo que pueden desencadenar crisis de migraña, tales como:

• Las mujeres tienen mayor probabilidad de presentar migrañas por los cambios hormonales.
• Beber alcohol o café
• Estrés
• Sobreestímulos sensoriales
• Esfuerzo físico excesivo
• Cambio de clima o presión atmosférica
• Consumir alimentos altos en sodio
• Medicamentos como vasodilatadores o anticonceptivos
• Conservadores como glutamato monosódico

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Con información de Mayo Clinic

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